El phishing es un cibercrimen cuyo método más conocido es el contacto a través de correo electrónico, teléfono o mensaje de texto de un “pisher” (que se hace pasar por una institución legitimada) con un individuo previamente establecido como objetivo para obtener información personal como detalles de su cuenta bancaria, tarjetas de crédito o contraseñas. Estos datos luego son utilizados para acceder sus cuentas, hacer compras, vender los datos en el mercado ilegal, e incluso para robar identidades.

En este sentido, la industria online qué más fue objetivo de estos ataques durante los primeros cuatro meses del 2021 en el mundo, fue la financiera (24.9%), seguida por las redes sociales (23.6%). En América Latina, Brasil y Venezuela fueron los países con más casos de phishing en el 2020, con respecto a cantidad de usuarios afectados.

Entre los ejemplos de phishing más comunes son los que se envían por correo electrónico. En el “phishing engañoso”, el atacante inventa escenarios (como una falsa actualización de una cuenta) o emplea métodos técnicos (por ejemplo, uso de marcas legitimadas) para engañar a la víctima y llevarla a hacer clic en un correo electrónico o en una página web indebidos.

Otro método es el de ransomware, un tipo de malware que se encarga, una vez que el usuario ejecuta un programa en su dispositivo, de encriptar todos los datos del mismo. La contraseña para liberarlos solo se consigue luego de pagar una suma de dinero.